jueves, 22 de diciembre de 2011

POLARIZACIÓN Y TOLERANCIA

por Felipe Burbano de Lara (Sociologo, catedrático de Flacso)

Resulta ambiguo reivindicar un principio de tolerancia, como propone el alcalde Augusto Barrera, cuando el ambiente cultural y político de la ciudad se ha polarizado, como se vio en las últimas fiestas. El alcalde sostiene que fue la consulta de mayo la que dejó a Quito polarizada particularmente en torno al tema de los toros. Frente a esa polarización, plantea la tolerancia. Me parece algo tardía la reivindicación de ese principio por parte del alcalde. Esa misma postura debió haber levantada para criticar la inclusión de un tema como el de los toros en una consulta con fines políticos. Resultaba absurdo que temas culturales, donde las sociedades y sus grupos construyen sus mundos de vida a través de tradiciones, rituales, prácticas simbólicas, sobre los cuales nadie puede esgrimir la última palabra, quedaran sujetos a un juego político de mayorías y minorías. La idea misma de incluir la pregunta sobre los toros encerraba un ejercicio de intolerancia frente al cual Barrera no dijo nada en su momento.

Sospecho, además, que la polarización la agravó el propio Concejo Municipal cuando tomó una resolución que no asumió con valentía las propias implicaciones políticas del triunfo del si en la pregunta de los toros. El Concejo produjo una ordenanza que mutiló la fiesta taurina con una muerte tramposa del toro en los chiqueros, luego de ser expuesto al mismo proceso de castigo y maltrato que los antitaurinos creyeron se eliminaría en su cantón con el triunfo del sí. Se vivió una feria taurina y unas fiestas de Quito muy golpeadas por una grosera intromisión de la política en un campo de discusión y debate que compete exclusivamente a la sociedad civil. Las tradiciones culturales no pueden liquidarse por decreto sino por transformaciones que nacen de la propia dinámica del cambio cultural. Si la fiesta taurina debe morir en algún momento, será cuando toda la dramatización y ritualización que construye alrededor del toro como símbolo de los desafíos humanos, pierdan capacidad para significar el sentido de la vida de un grupo social. En Quito, esa afición seguía siendo profunda, fuerte, con una larga tradición, de allí que haya quedado polarizada después de la consulta. Esos sentidos culturales han sido golpeados políticamente por una revolución que tiende a entrometerse en todo. La polarización que vivimos hoy en el campo cultural fue provocada por esa obsesión revolucionaria de meter las narices en cuanto terreno encuentra, como parte de un uso arbitrario de su enorme poder. Frente a esa intromisión, Barrera no dijo nada, guardó un silencio que lo compromete.

Solo cuando el tema se le vino encima, entonces sacó a relucir el argumento de la tolerancia.

Pero en contra del alcalde pesan más factores derivados de su militancia con la mal llamada revolución ciudadana. Pide tolerancia cuando forma parte activa de un proceso que se caracteriza por su arraigada intolerancia, por su absolutismo político. Quito se ha polarizado también porque Barrera es un corazón ardiente de la revolución, a la que debe tanto a pesar de haber entrado en ella tardíamente. Ese corazón ardiente tiene mucha responsabilidad en la mutilación política de una tradición cultural valorada por los quiteños y en la actual polarización de la ciudad.

Fuente: Diario Hoy. 13 de Diciembre de 2011

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