martes, 27 de abril de 2010

José Tomás ahora es mexicano

Carlos Loret de Mola
El Universal de México

En la enfermería de la plaza de toros de Aguascalientes se respira lamuerte de José Tomás. Tendido en la cama quirúrgica, el torero más grandede los últimos tiempos es el único que no alza la voz. “Me duele mucho lapierna”, dice apenas a su amigo de toda la vida, Fernando Ochoa, espadatambién, que acaba de bajar del tendido donde presenciaba la corrida.Los demás gritan: Andrés, el hermano del matador, no encuentra una tijerapara cortarle el traje de luces, la enfermera no se da abasto para colocarlas cuatro, cinco mangueras de catéter que exige la emergencia, dos médicosestán sobre de él taponándole a mano limpia el borbotón de sangre que surgede su muslo izquierdo, otro está enfrente mordiéndole el cuerpo con pinzas—¡faltan pinzas!— para despejar el camino de la urgente cirugía. Lahemorragia no se detiene.El doctor Alfredo Ruiz, sereno, toma una decisión: coge su bisturí y abresin anestesia, como único método para salvar la vida de El Príncipe deGalapagar. Ochoa comprime con toda la fuerza de su mano derecha la bolsa deA negativo para que salga más rápido y con la izquierda sostiene la deltorero herido, quien aprieta de cuando en cuando y salta los ojos. Todosllevan cara, ropa, brazos húmedos del rojo de la tragedia. José Tomás,máscara de oxígeno sobre un rostro que se va volviendo amarillo, lleva 25minutos aguantando sin quejarse hasta que lo sedan.José Tomás se está muriendo. Él lo sabe. Navegante le acaba de penetrar elmuslo con el cuerno. Le rompió las venas y arterias que pasan por ahí—femoral, safena, ilíaca. “Como llave de agua abierta”, explica elsubalterno Alejandro Prado, quien frente al toro soltó el capote y le metióla mano para taparle la fuga a carne viva y no dejar que falleciera ahí, enla arena. “Tranquilos, tranquilos”, les dijo el español mientras lolevantaron del ruedo.Del ruedo a la enfermería José Tomás perdió tres litros de sangre. Elaltavoz de la plaza pide donadores. Se juntan 300 personas afuera delservicio médico y luego en el hospital. En total, le inyectaron ocholitros. El cuerpo humano alberga cinco. Si Pitágoras no miente, por lasvenas del diestro español corre hoy sangre mexicana.—¿Cómo estás? —le pregunta un entrañable al entrar al área de terapiaintensiva del hospital Hidalgo de Aguascalientes, 37 horas tras la cornada.—De puta madre —que en ibérico quiere decir “maravillosamente”.José Tomás mueve la pierna para demostrarlo y sonríe burlándose de lamuerte. Ha de ser por su sangre mexicana.

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