domingo, 28 de junio de 2009

El espontáneo de los Miuras/ Esteban Ortiz Mena



Por Esteban Ortiz Mena

La ilusión por torear va más allá de lo lógico. Un hombre de 64 años, ecuatoriano, a quien se le conoce como “El Lojano”, padre de torero, saltó como espontáneo en la Plaza de Toros de la Maestranza en plena Feria sevillana. El hecho ocurrió luego de que se ordenó la devolución del último toro de la corrida de la ganadería de Miura, de seiscientos kilos, que era trasladado a los corrales. Félix Gordillo “El Lojano” apareció por la puerta de cuadrillas, muleta en mano, para llegar a la proximidad del toro y conseguir unos cuantos muletazos antes de que los subalternos le retiraran del ruedo y lo pusieran en manos de la autoridad.

Félix Gordillo es un ecuatoriano que, a diferencia de muchos compatriotas, viajó con la ilusión de ser torero. Llegó hace aproximadamente 6 años a España y sobrevive haciendo estaquilladores, estoques y artilugios que sirven para torear. Sus clientes son jóvenes alumnos de las escuelas taurinas sevillanas o cualquier persona que requiera un implemento de torear. Otras veces hace de taxista, plomero, electricista, pintor y hasta panadero. Lo que sea necesario para sobrevivir y poder torear, nos dice su hijo José Luis. Porque a eso se dedica. Dice que ha toreado más de 55 tentaderos y además obtuvo el carné de novillero profesional (que lo exhibe orgulloso) emitido por la asociación de toreros españoles, comenta el ganadero ecuatoriano Cristóbal Roldán, quien estuvo en Sevilla con el torero.

Cuando El Lojano emigró a España viajó con una única ilusión en mente: poder torear. Su hijo, José Luis Gordillo “El Lojanito” ahora matador de toros, nos explicó que a su padre lo único que le preocupaba llevar como equipaje era un capote y una muleta. Llegó a Madrid sin oficio ni beneficio en 2003 y aprendió a vivir con lo que encontraba, mientras aprendía cómo funcionaba el mundo del toro. Comenta que no fue fácil. Luego de varios años entre Madrid, Bilbao y Sevilla terminó en La Algaba (al sur de España), donde toreó unas vacas y se dio a conocer. Ha toreado también en Ciudad Rodrigo, donde es respetado y admirado al ser el maletilla de más antigüedad.

Este año encontró trabajo temporal con la Empresa que regenta la Plaza cuidando la cuadra de caballos en el patio de cuadrillas. Ese trabajo, además de la necesaria remuneración, le permitía entrar sin costo a ver todas las corridas programadas en La Maestranza sevillana.

Ese día toreaban la tradicional corrida de Miura El Fundi, Juan José Padilla y Javier Valverde. Desafiando a la autoridad y al miedo, El Lojano metió la muleta plegada en una maleta a la Plaza a la espera del momento preciso. Permaneció en el patio de cuadrillas, donde hacía su trabajo y fue justo en el instante mismo en que el Presidente de Plaza ordenó la devolución del toro a los corrales cuando Félix Gordillo corrió presuroso para intentar torear un par de tandas.

Logró instrumentar cuatro muletazos hasta que los subalternos lograron apartar al toro y Juan José Padilla, brazo al hombro, le llevó hasta el burladero. “Tratadle bien” pidió Padilla a la autoridad que se acercaba donde el espontáneo. Después de este incidente la Policía le sacó de la plaza, le tomaron los datos, le quitaron los trastos de torear y dijeron que pronto llegaría a su domicilio una boleta con la multa por haber alterado el orden público. Las cosas de torear le devolverían cuando pague la sanción.

Ahora tiene apoderado y vive con la ilusión de que algún día le contraten para torear y si tiene suerte, volver a torear en La Maestranza.

En él pudo más la ilusión por torear que cualquier barrera legal, económica, física o personal. ¿A quién más que a un loco se le ocurre arriesgar su vida por cuatro muletazos? Eso es lo que genera el mundo del toro: hoy, que vivimos en el mundo de lo descafeinado y de lo light, de lo políticamente correcto y la lechuga, nos admiramos porque todavía hay héroes que sin importar las consecuencias, arriesgan su vida por el simple hecho de torear. Todavía quedan románticos, soñadores, valientes, aquellos que viven por lo que luchan y mueren por sus principios. Desde Loja, Ecuador, a una edad en la que muchos estarán pensando en jubilarse, de tentadero en tentadero y con la ilusión que depara el sueño de querer ser torero, “El Lojano” toreo en Sevilla… y a un Miura.

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