sábado, 19 de enero de 2008

La universalidad cultural de la corrida de toros o de Ginebra a El Puerto de Santa María



Por Araceli Guillaume- Alonso
Profesora de la Universidad de la Sorbona (París)

6toros6/ No. 579/ 2 de agosto de 2005

La corrida de toros ocupa un espacio aparte, tanto en los países taurinos, como en los que no lo son, tanto por la adhesión como por el rechazo que produce. Sí se trata pues de subrayar aquí la universalidad cultural de la corrida de toros de muerte por contraposición a los otros modos y modas taurinas, más o menos locales, regionales u ocasionales. Espectáculo fuertemente ritualizado pero en modo alguno estático, la corrida de toros es el resultante de cinco siglos de depuración de las formas, de afianzamiento del concepto sacrificial del toro –que no estaba inscrito en los orígenes- y de adaptación a los cambios sociales y mentales de su país fundacional que es España. Optar definitivamente por el redondel, dividir el tiempo de la faena en tres tercios fueron fruto de la racionalización del Siglo de las Luces. Dividir el espacio en otros tantos, fijar el número de diestros en tres y el de toros en un múltiplo de tres, depurar el espectáculo de interferencias diversas, requirieron más de un siglo más. Adoptar el peto, en el primer cuarto del siglo XX fue al mismo tiempo adaptarse a una sensibilidad distinta y centrar la faena en el toreo a pie. La revolución belmontina y la evolución posterior confirmaron lo que se venía intuyendo: la preponderancia de los engaños en la nueva faena y en particular de la muleta, que sin bien distorisionaba los tres tercios en su duración, daba mayor peso al más creativo de ellos sin quitarle importancia a la suerte suprema. Y los toros se seleccionaron cada vez más acorde a lo que requería el toreo que el público prefería o exigía.

Hubo otros cambios y evoluciones, unos esenciales como la edad y el peso reglamentarios del toro que condicionaron la mantera de torear, otros más anecdóticos y funcionales como la adopción definitiva del estoque simulado durante la faena de muleta. Pero los más profundos son los que se van produciendo en la manera misma de torear, en la conjunción entre el hombre y el toro hasta el punto de que el tiempo se queda estrecho cuando una faena de muleta nos hace perder justamente el sentido del tiempo. Malditos avisos en algunos casos, cuando lo que está en juego no es la pericia del matador sino el éxtasis de la faena. Porque precisamente en los momentos sublimes el temor al aviso puede coartar la creatividad del torero o la receptividad del espectador reglamentista, que los hay en proporción inversa a la sensibilidad de la plaza. De hecho, lo de la manera de contar el tiempo en los avisos sería lo próximo que debiera cambiar, contando a la americana.

Volviendo a lo nuestro. El concepto de creatividad me parece ser el que mejor define la diferencia esencial entre las corridas de toros y las otras modalidades taurinas, espectaculares o participativas u ambas cosas.

Pongamos un ejemplo concreto: el domingo 24 de julio de 2005, plaza de El Puerto de Santa María, toros de Nuñez del Cuvillo para Enrique Ponce, Morante de la Puebla y José María Manzanarez (hijo) –no especificarlo es impensable para mí-. Tres toreros. tres toreros. Nada, ni en el vestido de torear siquiera, se parecía. Los dos más veteranos estuvieron mejor, también el más joven se llevó el peor lote. Pero no viene al caso aquí, lo extraordinario era la variedad de estilos, de concepto. Y como espectadores excepcionales en una plaza casi repleta, otra terna, tres mujeres jóvenes llegadas de Ginebra, la calvinista y cosmopolita ciudad suiza. Tres amitas nuestras, rayando en los treinta, atractivas, independientes, cultas. Una, Ariane, francesa, abogada afincada en Ginebra donde ejerce desde hace dos años en un bufete internacional ya había visto un par de corridas de toros en El Puerto con nosotros el año pasado. Nada la predisponía a ello. Del norte de Francia, estudió alemán e inglés en el colegio y ha pasado la mayoría de sus vacaciones en Italia, Grecia o la campiña francesa. Su adhesión fue inmediata y el deseo de entender imperativo. Las otras dos, ejecutivas en sendas multinacionales, son suizas de nacimiento, una, María José, de abuelos y padres republicanos de la diáspora de la posguerra y la otra, Alexandra, mitad húngara, mitad italiana vivió algunos años en Venezuela. Ninguna de las dos había visto una corrida de toros en su vida aunque la madre granadina había hablado de toros diciéndole que ella hoy no podría volver como de joven, que su sensibilidad no lo soportaría. Ambas habían intentado enterarse de cómo funcionaba esto de la corrida de toros y asistieron con amplitud de miras y espíritu analítico. Recoger las primeras impresiones de la primera vez de alguien a la salida de los toros es, como dice mi amigo José Miguel Ibernia, algo apasionante. Yo les pedía los dos noveles un adjetivo y ambas respondieron “fascinante”. También añadieron que se temían lo pero desde el punto de vista de su propia sensibilidad frente al animal o la sangre y que en el fondo no les impactó tanto por la fascinación global que les produjo el espectáculo, variado, impresionante.

Claro que las cinco verónicas de Morante (porque fueron cinco me parece a mí, o sería por lo que duraron) y la inspirada faena de Ponce y el indulto del bravo toro de Núñez del Cuvillo y todo lo demás no es algo que se encuentre todas las tardes, pero justamente, el interés de la corrida de toros es su carácter imprevisible. Y con nuestras tres amigas repasamos cada detalle de la tarde. Y la conclusión siempre es la misma: los toros son cultura en sí, en todos los sentidos de la palabra, como lo es la ópera o el jazz o el flamenco. Como ya dijo Antonio Caballero: está muy bien que Goya o Picasso pintaran toros, es estupendo sobre todo para la historia de la pintura, pero no se necesita a ningún artista de artes plásticas ni a ningún poeta para legitimar la dimensión cultural de la fiesta de los toros. Cultura en todos los sentidos. Si se habla de cultura del vino o cultura del atún en términos antropológicos, es lógico hablar de la cultura del toro. Pero si de lo que hablamos es de la corrida de toros, podemos utilizar el término en ese sentido más restringido que es el de un saber y una creatividad que rebasaban las fronteras originales para alcanzar una dimensión universal. Naturalmente, universalidad no implica facilidad de acceso. No se necesita ser afro-americano para entender jazz ni gitano para saber de flamenco o apreciarlo, ni por el hecho de serlo se tiene la ciencia infusa. Hoy, hay una minoría de extranjeros que sabe más de toros que muchos españoles, aunque hay todavía más españoles que extranjeros que saben de toros y que van a los toros.

Si la corrida de toros es algo tan compleja y tan profunda por el misterio de vida y muerte que encierra, lo es también por los niveles de lectura que propone. Le pasa como al Quijote, libro de entretenimiento y obra maestra universal.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues seguramente la muerte es un misterio.. pero el causar la muerte es sin duda una crueldad!! Que tontería escribir tantas palabras para llegar siempre al mismo objetivo: la matanza cruel de un animal que no tiene forma de defenderse y que sin duda va a morir.

Arañuelo dijo...

Pocas ahesiones a su comentario, yulliel; hasta ahora.

Anónimo dijo...

Me gustan los toros y en respuesta a "yulliel" solo recordar al maestro "Boadella" cuando dice que mucho mas cruel es comor ostras con limon y nadie dice nada.
Supongo que este ¿bloguero? pertenecera a algun grupo de Bogomilos y se alimentará del aire, esconder la muerte no la aleja.
Os recomiendo un libro distinto y poco corriente: “ANALISIS SIMBOLICO DE LA TAUROMAQUIA”, de la Dra. Rebeca Retamales Rojas, publicado por Editorial Egartorre.
Pero, ademas, en esta ocasión me permito ademas enviaros un mensaje de participación política.
Aquellos que no formamos parte de “circo político” tenemos casi prohibida la aparición en medios de comunicación y debemos encontrar otros medios para llegar a los votantes.
Espero que sepais comprender esta aparición y presteis unos pocos segundos a la lectura de estos pocas lineas.
Muchas gracias.

LO QUE NOS UNE

SOMOS TU PARTIDO POLÍTICO
PARA LAS PRÓXIMAS ELECCIONES

Porque, igual que tú, queremos:

1. Que todos los españoles tengan iguales derechos y obligaciones, sea cual sea la región donde vivan o residan circunstancialmente.

2. Recuperar para el Estado las competencias de educación y fiscalidad, para asegurar los mismos derechos, incluidos los lingüísticos para todos los ciudadanos.

3. Que los partidos nacionalistas dejen de condicionar y coartar el presente y el futuro del conjunto de nuestro país.

4. Reforzar la separación de poderes, de modo que jueces y fiscales no actúen como delegados de los partidos políticos.

5. Conseguir un sistema electoral más representativo, unas instituciones más transparentes y unos partidos más respetuosos con la democracia.

6. No tener que elegir entre una derecha y una izquierda sectarias y antiguas, incapaces de entenderse para defender los intereses comunes de los ciudadanos.

Rosa Diez al Parlamento

UPyD