martes, 22 de enero de 2008

El Matador/ Carmen Kingman


Carmen Kingman

En estas épocas en las que la fiesta acapara nuestro sistema límbico, en las que un abrazo puede ayudarnos a avanzar o quebrarnos fatídicamente, en donde las ausencias están más presentes que nunca y las coincidencias conspiran con nuestro hipersensible costado izquierdo.

Abrumada por todo lo que representa el toreo, por lo que se escribe en El Albero, en estos días de frío invierno (inicios de diciembre 2007 ), sintiendo el calor del diálogo sobre las corridas de toros junto a la chimenea, del que hace referencia uno de los artículos , o contagiada por la fuerza y defensa de hechos culturales, por parte del actor Francisco Aguirre, los que, según su criterio no pueden ser tratados como eventualidades o hechos aislados de nuestra historia pluricultural, e intentar desecharlos bajo una concepción simplista y subjetiva, o el comentario de la niña Sara Lucía Aulestia quien hace una analogía con el arte de Stornaiolo que también a muchos incomoda., nos sigue confirmando (entre otras cosas) que el toreo es un arte: “una danza con la muerte”.

Al inicio del escrito me referí a las coincidencias que nos sorprenden en estas fiestas (o cuando nos encontramos más sensibles): En uno de los paseos que acostumbro dar al pie del Ilaló, fui a visitar el taller de un pintor que vive en la Zona del Valle de los Chillos y de sus obras la que más me llamó la atención fue el óleo en el que se encuentra retratado un hombre recostado sobre un sillón y junto a él le acompaña una mujer (su madre). Lo que más asombró de la obra es que representa a un hombre que se llamaba así mismo El Matador y que así lo conocían por los alrededores del Valle.

Pero esta historia encerraba un drama: El matador era un joven de 22 años que amaba los toros y siempre se presentaba a torear en las corridas de toros de pueblo. Mientras no practicaba el toreo, tenía la costumbre de hacer bromas a los pobladores del pequeño pueblo en el que vivía. La idiosincrasia del pueblo era la de no aceptar lo que es diferente. El Matador inquietaba a los habitantes con sus continuas bromas o actitudes; por eso, un día decidieron acabar con su vida.

He preguntado que aspecto tenía el matador y todos coinciden en que era un joven muy alto, blanco y de rasgos finos. “Era un joven indefenso, como una avecita, pero no le supieron comprender”

Como trabajo como directora del Centro Cultural Ilaló, que está ubicado en el barrio El Tingo organicé una exposición en la que se encuentra la obra que me llamó la atención, con la finalidad de que más gente la vea, para que al fin tenga, El Matador, momentos de sosiego en el lugar que le corresponde: su refugio cultural.

A continuación transcribo fragmentos de un poema del poeta español Federico García Lorca y la relaciono con la muerte de este hombre anónimo y su misterio:

Muerte de Antoñito El Camborio

Voces de muerte sonaron
cerca de Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botas
mordiscos de jabalí.
En la lucha daba saltos jabonados de delfín.
Baño con sangre enemiga
su corbata carmesí,
pero eran cuatro puñales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí,
voces de muerte sonaron
cerca de Guadalquivir.
……………………..

Tres golpes de sangre tuvo,
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
Un ángel marchoso pone su cabeza en un cojín.
Otros de rubor cansado.
encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejí,
voces de muerte cesaron
cerca de Guadalquivir

……………………..

Antonio Torres Heredia
hijo y nieto de Camborios
con una vara de mimbre
va a Sevilla a ver los toros.
Moreno de verde luna,
anda despacio y garboso,.
Sus empavonados bucles
le brillan entre los ojos.
A la mitad del camino
cortó limones redondos,
y los fue tirando al agua
hasta que la puso de oro

2 comentarios:

K-OZ dijo...

perfectamente: "el toreo es una danza con la muerte" solo que en esa danza el toro ha sido invitado a danzar
para con su sangre, sudor y martirio otorgar egoísta placer a ciertos amantes de "arte de la muerte" que ya no debería ser considerado a inicios del siglo XXI,como tal o es que los lectores
creen que la poesía o la pintura,
o la música matan como lo hace el toreo con soberbia y sadismo

Anónimo dijo...

Señor K-oz: para hacer un comentario dígnese leer el artículo completo y reflexionar un poquito antes de emitir lo que las tripas gruñan.
Bernarda