domingo, 18 de noviembre de 2007

LOS MARTILLAZOS DEL CAMARLENGO/ Esteban Ortiz Mena



Por Esteban Ortiz Mena

Todavía el Vaticano tiene un mecanismo milenario para comprobar la muerte del papa de turno: el cardenal camarlengo para certificar la defunción reza delante del supuesto cadáver y golpea en la frente con un martillo de plata al tiempo que le pregunta ¿estás muerto? A la tercera vez (y suponiendo que no haya habido respuesta, o que esta haya sido afirmativa) de repetir su nombre y preguntarle si efectivamente ha muerto (¿no sería mejor preguntarle si está vivo?), el camarlengo certifica que el pontífice ha fallecido. Una vez comprobado el deceso, rompe el anillo y encinta la habitación donde se encuentra el ex papa. Así la cosa.

En un mundo lleno de tradiciones, de mecanismos que no han sucumbido a la modernidad, supongo que esta forma de corroborar la muerte del prelado se lo hace a falta de aparatos que puedan medir las pulsaciones cardíacas. Sin bien este aparato es un invento relativamente moderno; había que determinar el fallecimiento de alguien tan importante utilizando algún mecanismo infalible. Me imagino que muchos papas luego del segundo martillazo en el cráneo se habrán despertado, salvándose de la presunción de mortalidad de la que gozaban.

Así los ritos, en los toros existen delitos como el afeitado y despuntado. Si bien en los últimos años no se ha reportado casos de que esto haya sucedido en Quito, podría pasar.

El procedimiento para analizar las astas sospechosas es bastante sencillo: los pitones que generan dudas, por orden del Presidente de Plaza, son cortados, encintados (¡cómo la habitación del pontífice!), puestos en cajones de madera y enviados a una facultad de veterinaria para los estudios correspondientes. Los cajones que contienen los pitones se abren en audiencia pública con el fin de comprobar por las personas presentes que efectivamente son los mismos y se pasan a análisis microscópico para determinar si las sospechas de “afeitado” son ciertas o falsas.

Así como es tan importante ratificar con martillazos en la cabeza si el vicediós está muerto, este año, de las astas que se envíen a la Facultad de Veterinaria de la Universidad Central del Ecuador, se escogerá de manera aleatoria un determinado porcentaje con el fin de remitir a una Facultad de Veterinaria de alguna universidad española para verificar efectivamente un resultado: positivo o negativo.

Esto, como es lógico, es una revisión por partida doble: la certeza de que existen resultados negativos (que esperamos sean en todos los casos); como para determinar que existió manipulación. Esto dará tranquilidad a los ganaderos al saber que existe un mecanismo que demostrará que efectivamente no se afeitan los pitones de sus toros y así dar respuesta a todos los rumores que se hacen en contra de este gremio. A su vez, los aficionados comprobaremos científicamente la realidad sobre este tipo de prácticas, que presumimos nunca ocurren en una plaza de toros. Pero es mejor comprobarlo.

¡Qué decisión tan importante! La Autoridad taurina local ha acertado, así como la puntería del camarlengo para dar en plena frente. Este procedimiento ayudará a que el análisis sea mucho más aproximado y sus resultados corroborados con el fin de no dar paso a la duda. Esta decisión también cuenta con el aval de la Autoridad Taurina Municipal del D.M. de Quito; así como con el presupuesto aprobado para costear la comprobación que se efectúe.

Si con la muerte de un sujeto se debe ser determinante; con un fraude, cuando existe, se debe ser implacable… y si en el Vaticano se utiliza un mecanismo de comprobación cruzada (sobre todo por el dogma y la infalibilidad del papa –hasta con la muerte-), no se diga en el mundo del toro, donde no somos infalibles y hasta dudamos de nuestra propia sombra.

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