domingo, 11 de noviembre de 2007

La belleza de Manzanares/ Nochetriste

Por Nochetriste

Hace un par de años, cuando nos deleitó con un faetón en una inolvidable noche en la Plaza Belmonte vi entrar a José María Manzanares hijo en la Plaza de Toros Quito, con sombrero de paja en forma de cowboy y gafas a lo Tom Cruise en Top Gun.

En mi enorme respeto por los homosexuales, muchas veces he repetido que no tengo la suerte de que me gusten los hombres, pues acaso si así fuera las posibilidades serían dobles y no limitadas como es mi caso y el de muchas personas en el mundo. Pero ese día, al verlo pasar, en cualquier facha menos en la tradicional de un torero, regresé la vista y pensé que si era capaz de torear tan bellamente como lucía físicamente ese día, sería uno de mis toreros dentro de la plaza.

Hoy, cuando vi en un portal taurino que es una de las imágenes de Vogue Internacional, recordé el día de la Plaza Quito, pero sobretodo recordé este abril cuando tuve la suerte de verlo salir a hombros en la Maestranza de Sevilla tras una faena de la que no podré olvidarme. Sin duda la belleza atrae más belleza y el toreo es uno de los espacios que desafía la tradicional y curuchupa visión del hombre y su masculinidad, pues enfundado en un traje de luces y haciendo alardes de hermosura femenina se pasea por la plaza alardeando entre aplausos una estética que el mundo en el que vivimos censura.

Acaso la próxima vez, cuando lo vean lanceando tan profundamente como su padre o toreando por naturales como lo hacía Ordóñez -que es a quien se me parece cuando torea con la muleta-, los hombres que atiendan a una de sus momentos de memorable calidad puedan tomarse la licencia de admirar hermosura en otro de su mismo género y sea el toreo una puerta para que este mundo sea más tolerable con una minoría que sigue siendo discriminada por el solo hecho de tener gustos distintos.










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